alcanzarla. EscuchŽ un ruido de madera. Y un zumbido. ÀDe nuevo los jejenes? ÁNada de eso! ÁUna flecha! Casi el doble de mi tama–o.
Me pas— raspando y se clav— en la puerta. Ten’a una punta de piedras, adornada con plumas grises. Oscuras. Era un aviso, claro. Cualquiera que fuese, si hubiera querido flecharme, no se habr’a equivocado. ÀY ahora? ÀMe doy vuelta, o no? EscuchŽ otro ruido de madera. Seguro que estaban preparando otra flecha. Cuando escuchŽ el zumbido, no lo dudŽ: de una picada corr’ y empujŽ la puerta. Estaba abierta. EntrŽ y cerrŽ. Desde adentro vi la punta de piedra de la segunda flecha clav‡ndose en la puerta.
Apoy┼╜ el oΓÇÖdo en la pared de madera para intentar escuchar lo que estaba pasando afuera. Pasos